9/7/12

El último diez


   "Vos, dejá nomás, que algún chabón, chamuye al cuete y sacudile tu firulete, que desde el cerebro al alma, la milonga lo bordó", dice el tango que canta Julio Sosa y representa lo que es, fue y será Juan Román Riquelme, para muchos "el último diez". Más allá de las afinidades futbolísticas, el ex jugador de Boca es un personaje único y extraordinario. 
   En el campo de juego, lo difícil lo hace sencillo. Él juega con la cabeza. Ordena a sus compañeros dentro de la cancha, está concentrado en que cada uno haga bien su trabajo y que se complementen. Además, tiene un guante en el pie. Asistencias, goles de tiro libre, algún gol olímpico, liderazgo, habilidad. ¿Cuál será la mejor virtud de Riquelme? Ninguna de las mencionadas anteriormente. La mayor virtud de Román es su cerebro. 

   "Cada jugada que sueño se hace realidad", dice Toco y me voy de la Bersuit y le encaja perfecto al juego de Riquelme. Ese talento para utilizar todo el campo de juego, para manejar al grupo, para tener siempre los ojos observando lo que pasa alrededor suyo y no dudar de que lleva la pelota totalmente dominada. Como lo hizo en varias oportunidades, para sacar a Mouche y a Palacio del area en un corner y crearle más espacio a los cabeceadores. Para antes de patear, ordenar a sus compañeros que estaban mal parados. Para el nacido en San Fernando, cada segundo es una eternidad y sabe aprovecharlo. Su tranquilidad también lo ayuda.
   "Si he de morir, no quiero como la oveja que cuando no da más lana el amo la degüella", canta la Bersuit en El Baile de la Gambeta. Román se va con su fútbol y deja uno menos vistoso y quizás menos efectivo en La Boca. Se retira de Boca con todas sus razones y antes de lo esperado porque tiene más para dar en el fútbol, pero no quiere sufrir lo que le queda en el fútbol poco ofensivo de Falcioni.
   Al recordar momentos claves en la carrera futbolística, rápidamente se rememora el caño a Yepes y al joven jugador de Rosario Central, la participación en el Mundial 2006. Cada mágico momento en la Bombonera antes de ejecutar una pelota parada en el que la besaba y unos segundos después se escuchaba el grito de gol. También se viene a la mente la final ante Real Madrid, cómo lo hizo correr a Makelele, en ese momento entre los jugadores con más estado físico del planeta. Los tres goles en la final ante el Gremio que le dieron la Copa Libertadores en el 2007 al equipo de Miguel Angel Russo también son parte de la gloriosa carrera del ex enganche xeneize.
   Si se mira el lado extra futbolístico, se nota que hay muchas diferencias sobre todo, con el técnico Julio Cesar Falcioni. ¿Fue un error de la dirigencia haber traído al ex Banfield? Se lo puede mirar de diferentes puntos. El primero es que sí. Porque un equipo en el que la estrella es un enganche no puede tener un técnico que tenga como esquema predilecto uno que no utilice esa posición. Otro punto de vista es que no fue una buena decisión. Porque reestructuro la defensa y la hizo más eficaz. Ganó un título invicto y casi consigue la triple corona.
   Román es una persona única. Fuera de la cancha, maneja las entrevistas. Decide cuando dar a conocer ciertas declaraciones y elige el momento exacto para hacerlo. Por otro lado, es una persona polémica. Fue claro el conflicto con Martín Palermo, con Maradona y con muchos periodistas.
   Para finalizar, cito un párrafo que escribió Angel Cappa, un amante del fútbol de posesión, aunque como director técnico no tuvo mucho éxito: "El fútbol argentino se quedó sin luz. Ya todo está en tinieblas. Nos quedaba Román, a pesar de todo, pero ahora se fue. Cansado. Aburrido de tanto predicar en el desierto, de tanto amar a una pelota que no quiere casi nadie. Todos la tiran lejos. Él la iba a buscar y la consolaba acariciándola para volver a jugar. Pero en el fútbol argentino no se juega. Se pelea. Y Román no está para pelear, sino para disfrutar de un juego al que casi todos abandonaron hace mucho. Instalaron el resultadismo más berreta y chapotean alborotados cuando ganan, metidos hasta el cuello en una mediocridad que les viene como anillo al dedo porque es lo que usan como bandera. Como si ganar significara éxito y como si el éxito sirviera para tapar la mugre de un fútbol en franca decadencia".
   Como diría Cerati, "GRACIAS TOTALES". 

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